lunes, 17 de agosto de 2009

Cualidades Psicologicas del buen Arbitro.

( Adaptado de WEINBERG: “ Psicología del Arbitraje” Capítulo 1)

Hace más de una hora que ha acabado el
encuentro y ya no es preciso que nos
sintamos especialmente en tensión ni
tengamos que demostrar nada a jugadores,
técnicos o público. Estamos agotados física y
emocionalmente y nos sentamos a tomar
una bebida fresca, ponernos cómodos e
intentar relajarnos. Pero por algún motivo
somos incapaces de reducir la tensión.
Nuestra mente pasa revista a todas y cada
una de las decisiones tomadas. Nos
preguntamos qué opinarán de nuestra
actuación otros miembros de la
organización arbitral. Nos preocupa haber
podido cometer errores y aún retumban en
nuestros oídos las quejas de los
espectadores. Nos repetimos mentalmente
"olvida ya el partido" -y lo intentamos. Nos
decimos "yo estaba capacitado para dirigir
este partido"; "me he compenetrado con mis
compañeros"; y "en conjunto, he realizado
una buena labor". Sin embargo persisten las
dudas, a pesar de los esfuerzos que
hacemos por abandonarlas bruscamente.
Estos pensamientos de naturaleza conflictiva
que acontecen tras los partidos no son
infrecuentes. En todas las variantes
arbitrales, tanto si se trata de aficionados
como si se trata de profesionales, se debe
hacer frente a ellos. Aparecen cuando se
forma parte de un grupo numeroso de
árbitros de fútbol, boleivol o tenis, o cuando
se pertenece a colectivos más reducidos de
árbitros de baloncesto, tenis o lucha libre. Si
hace poco que hemos tenido que dirigir un
encuentro, quizás nos resulten muy
familiares estos pensamientos
perturbadores.
LA FUNCION DEL ARBITRO
¿A qué se debe el que los árbitros sientan
esta confusión interior?. En gran medida se
debe a su función tan específica. Después
de los deportistas y entrenadores, es la
tercera dimensión de los acontecimientos
deportivos, aunque el juez-árbitro tiene uno
de los cometidos más difíciles. Una buena
actuación arbitral ayuda al desarrollo del
acontecimiento deportivo, al propiciar que el
resultado del partido dependa de la táctica y
destreza de los jugadores; en cambio, una
deficiente actuación arbitral hace que
disminuya el disfrute del partido por parte
de jugadores, técnicos y seguidores. La
actuación arbitral está siempre sujeta a la
opinión pública y ello hace que, con
frecuencia, se cuestione y critique su labor
en función de los errorres cometidos. Ahora
bien, si el partido se desarrolla con absoluta
normalidad, son pocas las personas que se
dan cuenta de la presencia de un árbitro.
¿Con respecto a qué debieran juzgarse o
ser juzgados los árbitros?. Su función
principal es la de asegurarse de que el
encuentro se desarrolla siguiendo las reglas
del juego y de que se interfiere lo menos
posible.
Cualidades psicológicas del buen árbitro - 2
De forma más concreta, los jueces-árbitros
deben sentirse comprometidos para atender
a las cuatro responsabilidades siguientes:
1. Observar que el acontecimiento deportivo
se desarrolla de acuerdo con las reglas del
juego.
2. Interferir lo menos posible, sin pretender
convertirse en el centro de atención.
3. Establecer y mantener un buen ambiente
que permita el disfrute del acontecimiento.
4. Mostrar interés por los deportistas.
EXIGENCIAS MENTALES Y FISICAS DEL
ARBITRAJE
Se da una estrecha relación entre las
destrezas psicológicas y la actuación física
de los árbitros. Por tanto, el éxito o fracaso
de un juez árbitro depende tanto de sus
capacidades físicas (p. ej. la preparación
para las demandas específicas de un deporte
dado, la técnica y movilidad, las destrezas
visuales) como mentales (p. ej. confianza,
concentración, control emocional).
Esta relación entre los aspectos físicos y
psicológicos del arbitraje resulta atractiva.
Los árbitros hablamos con frecuencia de la
importancia de las destrezas psicológicas,
más que las físicas, en el desempeño de
nuestro difícil cometido -cuando se debe
tomar una decisión impopular, o se ha de
procurar que el partido no se vaya de las
manos, o mantener la sangre fría, sin
inquietarse. De hecho, los árbitros
experimentados indican que el control de las
destrezas psicológicas representa entre un
50 y un 70 por cien del éxito de un árbitro.
Por tanto, resulta extraño que en los cursos
de formación o en las convenciones se
preste especial atención a técnicas físicas,
interpretación del reglamento, adecuación
del vestuario y pruebas escritas y prácticas.
Si los árbitros e informadores coinciden en
que las facetas psicológicas son muy
importantes para el éxito arbitral, ¿por qué
se dedica tan poco tiempo a la enseñanza y
práctica de destrezas psicológicas?. Una
razón importante se debe al error de juicio
por el que se consideran cualidades innatas
a las destrezas psicológicas: o se tienen o
no se tienen. Sin embargo, las destrezas
psicológicas pueden mejorarse, al igual que
ocurre con las cualidades físicas. Los
árbitros mejor preparados no han nacido
con un lote completo de cualidades
psicológicas sino que la capacidad para
concentrarse, la relajación en situaciones de
tensión, el mantenimiento de la confianza y
la relación con otros miembros de la
organización arbitral se ha practicado
repetidamente de manera sistemática. Y es
precisamente debido a que estas cualidades
no son sino destrezas, por lo que resulta
imperiosa su práctica si no queremos que
desaparezcan.
En consecuencia, parece conveniente la
existencia de una cierta combinación de
destrezas físicas y mentales para llegar a
ser un árbitro notable. El tipo de
combinación más adecuado se verá más
claramente conforme vayamos abordando
las cualidades más importantes de un buen
árbitro.
CUALIDADES DE UN BUEN ARBITRO
Aunque el arbitraje requiere conocimientos
técnicos, hay sin duda un arte en el hecho
de ser un árbitro de prestigio. Y el arte que
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exhibe un árbitro durante la competición
depende, en gran medida, de sus cualidades
personales.
Podría aceptarse que estos rasgos
definitorios de buen juez-árbitro se han
definido y usado ampliamente como
criterios para la evaluación de árbitros. Pero
si 100 expertos en arbitraje de distintos
deportes remitiesen sus listas de cualidades
arbitrales y el orden de preferencia entre
ellas, puede que nos encontrásemos con
100 listados y preferencias distintas. Por lo
tanto, no vamos a dar un orden de prelación
en las cualidades de un buen juez ni a
proporcionar una lista exhaustiva de esas
cualidades esenciales.
Vamos pues, teniendo en cuenta los
resultados de las últimas investigaciones, a
resumir aquellas cualidades que tienen en
común los árbitros de prestigio.
♦ FIABILIDAD
♦ COMUNICACION
♦ AGILIDAD DECISIONAL
♦ ELEGANCIA
♦ INTEGRIDAD
♦ SENSATEZ
♦ CONFIANZA
♦ MOTIVACION
Una vez se hayan descrito estas cualidades
nos referiremos al modo en que se
relacionan con destezas psicológicas
específicas y las técnicas empleadas para
desarrollar estas destrezas.
1. FIABILIDAD
Deportistas y entrenadores esperan
actuaciones fiables por parte de los árbitros:
sus decisiones deberían ser las mismas en
situaciones idénticas o similares, y deberían
aplicarse las mismas normas a ambos
contendientes. Con frecuencia jugadores y
entrenadores critican -y hasta se
encolerizan por- la falta de coherencia.
Los propios árbitros reconocen la
importancia de la fiabilidad en su cometido.
Un estudio reciente con árbitros de
baloncesto , por ejemplo, indicó que el 73
por cien de la muestra estuvo de acuerdo
con la frase: "Yo creo que la fiabilidad en el
arbitraje es más importante que aplicar las
reglas al pie de la letra".
Problemas de falta de fiabilidad
La experiencia ha demostrado que la falta
de fiabilidad genera entre otros los
siguientes problemas:
♦ Los jugadores están siempre intentando
adivinar lo que está permitido y lo que
no lo está.
♦ Los entrenadores se sienten frustrados y
desconfian de la competencia de los
árbitros.
♦ Los árbitros intentan "equilibrar" los
errores, con lo que pueden sancionar a
un jugador o equipo en función de los
errores arbitrales previos.
Los jugadores no saben qué esperar cuando
un árbitro vacila en su toma de decisiones.
Si un árbitro ignora una falta en un
momento, pero sanciona la misma falta
posteriormente, los deportistas y
entrenadores se sienten confundidos. Esta
incertidumbre conduce con frecuencia a
ansiedad, frustración, ira, e incluso algún
comportamiento físico negativo por parte de
aquellos que se sienten perjudicados.
Cualidades psicológicas del buen árbitro - 4
Una de las principales amenazas a la
fiabilidad es la tendencia de los árbitros a
aplicar la compensación. Cuando se les
pregunta. "¿Piensa Vd. que los árbitros
intentan compensar cuando se dan cuenta
de que han cometido un error en contra de
un equipo?" el 77 por cien de los árbitros
contestó afirmativamente. A simple vista,
parece justo que así sea; sin embargo, si se
intenta equilibrar la balanza sólo se consigue
empeorar la situación pues el partido queda
desfigurado al adoptar decisiones incorrectas
de forma deliberada.
En busca de fiabilidad
La auténtica fiabilidad proviene, no de
intentar compensar los errores sino de
aplicar uniformemente las reglas a cada una
de las acciones del juego. No se dan dos
situaciones competitivas exactamente
iguales; corresponde al juez árbitro la
aplicación uniforme en todo el partido. De
esta forma se asegura el que las decisiones
del árbitro sean consideradas fiables y
justas. En resumen, las decisiones e
interpretaciones sensatas son las fuentes
principales de fiabilidad.
Esta fiabilidad dentro del partido, que
incluye la interpretación uniforme de las
reglas del juego en un sólo partido, es de
vital importancia para un arbitraje eficaz. Sin
embargo, no es menos importante la
fiabilidad arbitral entre partido que supone la
aplicación de las reglas de forma correcta y
similar partido tras partido.
Para alcanzar la fiabilidad necesaria para
arbitrar a alto nivel se requieren dos
premisas. La primera implica demostrar una
buena técnica, conocer el reglamento y
exhibir las cualidades descritas
anteriormente. Muchos árbitros resultan
poco fiables simplemente porque no
dominan suficientemente la interpretación
del reglamento, el posicionamiento en el
campo o las técnicas específicas del
arbitraje. Debemos corregir las deficiencias
en estas áreas para poder lograr fiabilidad
en nuestra actuación arbitral.
La segunda premisa para alcanzar un alto
nivel de fiabilidad arbitral tiene que ver con
las destrezas mentales y emocionales. Un
arbitraje fiable requiere un estado mental
estable. Los altibajos en la actuación suelen
estar asociados a fluctuaciones psicológicas.
La capacidad para conseguir el marco
psicológico adecuado y mantenerlo durante
el partido resulta fundamental para ser un
árbitro eficiente.
2. COMUNICACION
La comunicación es la cualidad de
relacionarse con los demás de manera
efectiva. Es deseable una buena
comunicación con los demás en cualquier
faceta de actuación humana y quizás
todavía más importante en el arbitraje. Los
árbitros deben intentar establecer una
buena comunicación con deportistas y
entrenadores. Como árbitros, no estamos
intentando ganar un concurso de
popularidad, pero tampoco estamos para
buscarnos enemigos. La clave para
establecer una buena comunicación es la
comunicación efectiva. Si nos comunicamos
de manera efectiva con deportistas y
entrenadores, muy probablemente
colaborarán con nosotros y no cuestionarán
nuestras decisiones.
Los árbitros tambien podemos mejorar la
comunicación si tratamos a deportistas y
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entrenadores con cortesía y respeto. Y
deberíamos esperar el mismo trato por parte
de jugadores y entrenadores. Aunque
debemos ser cordiales cuando arbitremos,
tambien debemos mantener una cierta
distancia ante los participantes para
desvanecer cualquier posible duda acerca de
posicionamiento partidista. Seremos
accesibles y receptivos antes sus preguntas
y quejas, pero no permitiremos que se altere
el ritmo del partido por observaciones
continuadas. Evitemos los largos
comentarios y reanudemos el encuentro lo
más rápidamente posible.
3. AGILIDAD EN TOMA DE DECISIONES
Las decisiones de un árbitro debieran
producirse simultáneamente a la acción
observada, o inmediatamente después. Ello
no significa que se adopten decisiones sin
dudar. Puede que sea preciso esperar un
instante para captar en su totalidad lo que
se acaba de ver. Pero una pausa
excesivamente larga da a los jugadores y
entrenadores la impresión de incertidumbre,
por lo que es más probable que formulen
quejas si se adopta con retraso una decisión.
Las decisiones no se hallan sujetas a
protestas formales. Por ello, se puede evitar
la controversia si sancionamos con celeridad
y decisión. Y cuanto más próximos nos
hallemos, de mayor importancia resulta la
agilidad en la toma de decisiones. La duda
tan sólo acarreará preguntas y controversia.
Hace falta una decisión clara, tajante, que
dé la impresión de que el árbitro está
totalmente seguro de lo que ha visto.
4. ELEGANCIA
La competición deportiva suele ser
emocionante, y la acción se desarrolla a un
ritmo rápido y en constante cambio.
Además, dada la importancia que el deporte
está adquiriendo en nuestra sociedad, no es
extraño que las emociones y tensiones de
deportistas, entrenadores y espectadores
suban de tono, sobre todo en las fases
iniciales y finales de la competición.
Un árbitro debe mantenerse sosegado y con
aplomo, con independencia de lo que
ocurra. Aunque no necesariamente se
puedan controlar las emociones de los
demás, se espera de nosotros que
tengamos control sobre nuestras emociones
sin dejarnos influir por las circunstancias.
En nuestras entrevistas con árbitros, nos
manifestaron de forma generalizada que
actuaban mejor cuando eran capaces de
mantenerse calmados y relajados. La
capacidad para mantenerse relajado es
extremadamente importante para los
árbitros porque con frecuencia se siente la
presión por parte de entrenadores,
jugadores y aficionados. Con independencia
de lo bien que arbitremos, siempre
tendremos insatisfecho al 50 por ciento de
los entrenadores, jugadores y espectadores.
Y sin embargo, hay árbitros que intentan
quedar bien con todos. Dicho enfoque
resulta inútil y perjudicial. Dar excesiva
importancia al hecho de sancionar
adecuadamente en todo momento tan sólo
conseguirá hacernos demasiado autocríticos
e incrementar las posibilidades de
abandono de la actividad.
Una parte de la relajación consiste en no
tener miedo a los errores, desagradar a la
gente o perder el control. Cuando los
árbitros describen sus mejores actuaciones,
recuerdan no haber tenido miedo al
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sancionar o a sentirse criticados por
entrenadores o jugadores; al contrario,
decían sentirse en calma y tranquilos
interiormente. Cuando la mente no se
preocupa de las consecuencias negativas del
error, puede centrarse de lleno en la tarea
que tiene asignada.
Los árbitros debemos mantener el
autocontrol en todo momento,
especialmente en los momentos de gran
tensión, cuando es probable la aparición de
peleas, lesiones, faltas y brotes de violencia.
Un árbitro que se mantiene con aplomo y
control de sí mismo, a la vez que muestra su
asertividad y liderazgo, evita que tales
situaciones se conviertan en incidentes
graves. En los momentos de tensión,
nuestros gestos y movimientos deberían ser,
siempre que ello fuera posible, más
pausados. Aunque es normal que exista un
cierto grado de emoción mientras
arbitramos, es muy importante que
tengamos nuestras emociones y acciones
bajo control, para que no se resienta nuestra
efectividad arbitral.
5. INTEGRIDAD
La integridad supone dirigir un encuentro de
una manera imparcial, honesta, con
independencia de las reacciones mostradas
por jugadores, entrenadores o espectadores;
del tiempo que falta para el final; del
resultado; de las decisiones anteriores o de
cualesquiera otras fuentes de influencia. La
mejor garantía para mantener nuestra
integridad es dejarnos llevar por el refrán
"cuanto más amigos, más claros" ( o "pita lo
que veas").
Es extremadamente importante que
protejamos nuestra integridad dentro y
fuera del terreno de juego. Aunque seamos
conscientes de nuestra responsabilidad
cuando arbitramos, tambien debemos
preocuparnos de que se respete nuestra
integridad fuera del terreno de juego. Por
este motivo, no debemos airear nuestras
opiniones acerca de los jugadores o equipos
a los que se pueda dirigir en el futuro, y
jamás apostar acerca del resultado de un
encuentro que pudiésemos dirigir, por
ínfima que fuese la apuesta. Finalmente,
revelamos nuestra integridad a través de las
designaciones que rechazamos. Jamás
aceptemos un nombramiento que pueda
comprometer nuestros valores, como podría
serlo en una situación en la que un amigo
íntimo o un familiar participe como jugador
o entrenador.
6. SENSATEZ
La sensatez se inicia con una comprensión
completa y minuciosa de las normas que
rigen un deporte determinado. Una vez
establecido, el conocimiento de las reglas
de juego puede servir de guía para
determinar la legalidad del juego. Después,
la sensatez obtenida con la experiencia nos
permitirá afrontar las demandas de las
distintas situaciones arbitrales. Aquel árbitro
que continúa estudiando el reglamento y se
sirve de experiencias arbitrales para la
mejora personal, es muy probable que se
convierta en un árbitro competente.
Debemos practicar repetidamente dirigiendo
encuentros para mejorar en sensatez, al
igual que un atleta precisa ejercitar unas
técnicas que le permitan desarrollar
destrezas físicas.
Cuando los árbitros describen ejemplos de
situaciones en las que han actuado con
sensatez, citan inevitablemente que
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estaban:
♦ totalmente centrados en el partido o
evento
♦ ajenos a las distracciones, o capaces de
apartarlas de forma efectiva.
♦ despreocupados acerca de las decisiones
tomadas con antelación y de las
reacciones subsiguientes de las personas
implicadas.
Los buenos árbitros saben que los
pensamientos intrascendentes les restan
efectividad. Un lapso en la concentración
puede determinar una decisión desacertada
que marca la diferencia entre ganador y
perdedor. Muchos acontecimientos
deportivos duran 2 ó 3 horas, por lo que no
es tan fácil mantenerse concentrado en todo
momento. Afortunadamente, la
concentración es una destreza que puede
practicarse y fortalecerse.
7. CONFIANZA
Los árbitros competentes tienen confianza
en sí mismos y en sus habilidades. Esta
autoconfianza trasciende a cualquier partido
o situación. Los árbitros que tienen
confianza en sí mismos mantienen el control
frente a la adversidad. Ello no significa que
no experimenten sentimientos de duda, pero
no les lleva a perder la confianza en sí
mismos porque hayan tomado una decisión
errónea o hayan experimentado otros
reveses. Todos los árbitros tenemos
recuerdos de partidos que nos gustaría
olvidar, pero los árbitros con confianza no
permiten que esos recuerdos afecten a su
especial creencia de que son buenos en lo
que hacen. En dos citas de árbitros
veteranos se destaca el papel primordial que
juega la confianza en un arbitraje de calidad.
Un árbitro de baloncesto nos dijo:
Si uno no tiene confianza en sí
mismo, es mejor que no se presente.
Los entrenadores y jugadores
apreciarán en seguida al árbitro que
tiene poca confianza en sus decisiones
e intentarán sacar ventaja de la
situación. Yo siempre trato de infundir
una actitud y enfoque confiados cada
vez que arbitro. Sin la confianza en uno
mismo es difícil obtener el respeto de
los entrenadores, jugadores y
aficionados.
Una mujer árbitro de voleibol opinaba de
igual forma y afirmaba:
La diferencia entre sentirse confiado o no
mientras se arbitra radica en que no se
duda cuando se tienen que tomar
decisiones rápidas e importantes.
Simplemente se actúa haciéndolo lo mejor
que se sabe.
Aunque la confianza indudablemente puede
ser difícil de obtener, un árbitro notable
mantiene su actitud positiva por encima de
las circunstancias. Dichos árbitros no se
preocupan de los acontecimientos que
están más allá de su control, sino que se
sienten confiados de que harán gala de sus
mejores cualidades. Si abordamos una
designación para un partido imaginando
que vamos a estar por debajo de nuestras
posibilidades y sin creer en nosotros
mismos, nos estamos preparando para un
encuentro que se nos va a hacer muy largo.
8. DISFRUTE / MOTIVACION
Los árbitros memorables disfrutan
inmensamente con su cometido. Este
sentido de goce y diversión va muy unido a
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una actitud mental positiva y a sentimientos
de vitalidad. Un buen arbitraje requiere
buenas dosis de trabajo duro, dedicación y
práctica, que proceden de un nivel alto de
motivación, que a su vez está muy vinculado
al disfrute. Si en un árbitro disminuye esa
sensación de pasarlo bien, le faltará la
motivación para la práctica y el trabajo duro
que precisa su tarea. El tema común a todos
los árbitros que han abandonado es que han
perdido la sensación de pasarlo bien debido
a las intensas presiones a las que se les ha
sometido y a la falta de aprecio de sus
esfuerzos.
Esta ausencia de diversión y motivación
queda reflejada en la siguiente cita recogida
de un árbitro de fútbol escolar y
universitario:
Yo me solía levantar con mucha ilusión en la
mañana del día en que tenía que arbitrar.
No podía esperar a que empezase el
encuentro porque disfrutaba de la
experiencia de verme inmerso en la acción.
Pero conforme pasaba el tiempo me iba
resultando más difícil sentirme motivado
para arbitrar, aunque se tratase de un
encuentro importante. No estoy seguro de
que se debiese a las injurias recibidas
durante años por parte de entrenadores,
jugadores, espectadores, o simplemente al
aburrimiento de hacer siempre lo mismo,
una y otra vez. Por la razón que fuese perdí
el entusiasmo. Y cuando el arbitraje dejó de
representar diversión me dije que era el
momento de dejarlo.
LA ADQUISICION DE DESTREZAS
PSICOLOGICAS
Hasta ahora hemos intentado demostrar que
para ser un buen árbitro no sólo se requiere
el conocimiento de las reglas de juego sino
tambien una serie de cualidades personales.
Cuando se alcanza el estado mental
adecuado, nuestro nivel de arbitraje se
aproxima progresivamente al límite de
nuestro potencial. La clave radica en la
adquisición y optimización de nuestras
destrezas psicológicas. Cuanto mejor
aprendamos a lograr estas destrezas, mayor
probabilidad tendremos de conocer nuestro
potencial como árbitros.
Por ejemplo, para establecer una buena
comunicación con entrenadores, jugadores
y aficionados hace falta desplegar unas
destrezas comunicativas. Aprender a
expresarse de forma efectiva, ser un buen
oyente y facilitar la cooperación, son unos
buenos ingredientes de la buena
comunicación.
La elegancia está relacionada con la
destreza psicológica de la relajación.
Mantenerse relajado y en calma,
especialmente en momentos críticos de un
partido, es una destreza psicológica
importante para los árbitros. Para afrontar
las presiones de los entrenadores,
jugadores, espectadores y medios de
comunicación hace falta disponer de la
habilidad para mantenerse relajado física y
psíquicamente. Esta destreza puede
aprenderse por medio de técnicas de
relajación como la relajación progresiva, el
control de la respiración y los auto-diálogos
positivos.
La agilidad en la toma de decisiones
requiere buenas destrezas de concentración
y un foco atencional adecuado. Los árbitros
debemos mantenernos centrados en la
acción y no distraernos. El uso de estímulos
atencionales, la práctica de control visual y
el mantenimiento de la concentración en lo
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que está aconteciendo son algunas maneras
de ayudar a mantener el estilo atencional
apropiado a lo largo del partido.
En resumen, las cualidades que tienen los
buenos árbitros son realmente destrezas
psicológicas que pueden aprenderse y
practicarse. Desgraciadamente, como hemos
comprobado con anterioridad, la formación
tipíca de la mayoría de los árbitros pone
énfasis en técnicas físicas. Pero las destrezas
que distinguen a los mejores árbitros de los
restantes son mentales, no físicas. La buena
noticia para nosotros radica en que existen
técnicas que nos pueden ayudar a aprender
estas importantes destrezas mentales.
La adquisición de estas destrezas
psicológicas nos supondrá esfuerzo por
nuestra parte. Pero con la práctica
persistente aprenderemos a desarrollar
nuestras destrezas psicológicas hasta el
punto en que podamos controlar nuestros
estados mentales y emocionales, en lugar de
sentirnos controlados por ellos.

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